jueves, 11 de noviembre de 2010

Historia del termino AUTISMO

[1] El término autismo tiene una larga trayectoria histórica que data aproximadamente de un siglo, fue utilizado por primera vez por el psiquiatra suizo Eugen Bleuler en 1911, sin embargo, la definición clínica del síndrome autista no apareció hasta el año 1943.

En esta fecha, Leo Kanner, psiquiatra infantil de nacionalidad norteamericana, publicó un artículo en el que describía los rasgos que mostraban 11 de sus pacientes, todos ellos niños, y que coincidían entre sí, de manera sorprendente. Este artículo apareció publicado con el título “Alteraciones autistas del contacto afectivo” en una revista ya desaparecida Nervous Child. El doctor Kanner se refería a estos niños con esta descripción:

"Desde 1938, nos han llamado la atención varios niños cuyas características difieren de forma notable y única de todos los que se conocían hasta ahora, y cada caso merece –y espero que recibirá con el tiempo- una consideración detallada de sus fascinantes peculiaridades” (Kanner, 1943, p. 217).

Más adelante, Kanner tuvo oportunidad de observar a más niños con similares características y utilizó el término "autismo infantil precoz" para denominar tal condición.

Desde un punto de vista etimológico, la palabra "autismo" se compone de dos términos griegos –"aut"- relativa al "self", al "yo”, e –"ism"- que implica "orientación o estado". En este sentido, el autismo consistiría en una condición en la que el individuo está totalmente centrado en sí mismo.[1]


[2]Hacia finales del siglo XIX, el psiquiatra Henry Maudsley planteó la posibilidad de que la «psicosis» se diera en niños.
Esta palabra no tiene un significado preciso, pero tiende a utilizarse como una etiqueta general para la conducta extravagante y extraña. Los trastornos que ahora se consideran dentro del espectro autista se ajustaban a esta descripción, por lo que se clasificaron como «psicosis infantiles».

En las primeras décadas del siglo XX, las teorías de los psicoanalistas influyeron mucho en las actitudes de los profesionales y del público. A partir de que Kanner publicara su primer artículo sobre el «autismo infantil precoz» muchos creían que el autismo era un trastorno emocional, no físico, y que todos los problemas se debían al modo en que los padres habían educado a sus hijos. El efecto fue desastroso, agravaba la inquietud de los padres al tener un hijo cuya conducta no podían comprender, les hacía sentirse culpables y minaba la confianza que pudieran tener en su capacidad para ayudarle.

En 1944, Hans Asperger, en Austria, publicó su primer artículo sobre un grupo de niños y  adolescentes con otro patrón de conducta conocido ahora  como el síndrome de Asperger.
Asperger creía que su síndrome era diferente del autismo de Kanner, aunque admitía que tenían muchas similitudes.
Publicó en alemán hacia el final de la primera guerra mundial, y transcurrió mucho tiempo hasta que aparecieron en lengua inglesa los artículos sobre la materia. Hasta hace diez o quince años su trabajo no se ha conocido fuera de la Europa continental (N.R.= este libro data del 1998).[2]
Es tan reciente la corta historia del sindrome de Asperger, que [3]su trabajo original fue traducido recien en 1991 por Uta Frith, aunque Lorna Wing habia publicado en 1981 sus coincidencias con el trabajo de Hans Asperger [3]

[2] Hasta la década de 1960 no comenzaron a surgir ideas nuevas sobre la naturaleza de los trastornos autistas. Las investigaciones sobre el desarrollo infantil normal, así como los trabajos sobre el autismo de Kanner, especialmente los de Michael Rutter y sus colegas, dieron lugar a cambios esenciales.

Este trabajo mostró que la conducta de los niños con autismo tenía sentido si se contemplaba como debida a trastornos de algunos aspectos del desarrollo que comenzaban en el nacimiento o en los primeros años de la infancia.
El conocimiento creciente del modo en que funciona el cerebro y las cosas que pueden andar mal ha dejado claro que las causas son físicas y no tienen nada que ver con los métodos de los padres en cuanto a la crianza de sus hijos. Ahora hay pocas personas que culpen a los padres, pero entre ciertos profesionales y algunos profanos quedan restos de las viejas ideas, que producen mucha infelicidad a los padres que tropiezan con estas actitudes.
Algunos psiquiatras infantiles consideraban que los trastornos autistas eran formas de la esquizofrenia infantil. Sin embargo, una serie de estudios de Israel Kolvin y sus colegas en la década de 1970 demostró las diferencias entre el autismo y el trastorno, muy raro, de la esquizofrenia que se da en la niñez.

En los setenta y los ochenta, comenzó a considerarse seriamente la idea de que el autismo de Kanner formaba parte de un espectro más amplio de trastornos autistas, alentada, entre otros estudios, por el trabajo en Camberwell mencionado anteriormente y el de Christopher Gillberg y sus colegas en Suecia. Aún se están explorando las implicaciones de este punto de vista en la investigación y en la práctica clínica.[2]


Hasta el día de hoy se sigue usando el termino autismo como sinónimo de Trastornos de Espectro Autista o por el contrario como el autismo que describió originalmente Kanner, conocido hoy como autismo clásico o de Kanner, y que corresponde al Trastorno Autista de la clasificacion internacional DSM-IV y Autismo Infantil en CIE-10.



Ver entradas relacionadas:
El mal uso de los terminos: Autista, Autismo, TGD, TEA
Diversas formas de ver el Trastorno de Espectro Autista
Que es TEA?...¿TGD es igual a TEA ?




Fuentes:
[1] Educacion de personas adultas con autismo (Domingo García-Villamisar (Director) J. Cabanyes, A. del Pozo,C. Muela)
Consejería de Educación, Comunidad de Madrid, España
http://autismomadrid.es/app/download/2520170502/Educacion+personas+adultas+con+autismo.pdf
[2] Extraido de: El autismo en niños y adultos.Una guia para la familia
Lorna Wing, editorial Paidos, 1998
[3] Extraido de: Personas con Síndrome de Asperger: funcionamiento, detección y necesidades.(Mercedes Belinchón, Juana Ma Hernández y María Sotillo)
Centro de Psicología Aplicada de la UAM, Confederación Autismo España, FESPAU y Fundación Once, 2008

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